lunes, 30 de julio de 2007

El inicio del camino

Creo haber escuchado alguna vez que para que tu vida merezca la pena tienes que hacer tres cosas: escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo. Una visión demasiado simplista para mi gusto y a la vez demasiado ambiciosa: medir si una vida merece la pena está fuera del ámbito de una frase. Tal vez la vida en sí misma merezca la pena. O tal vez no, pero esto puede ser tema para futuros debates.

Volviendo al tema. He plantado árboles, unos se han secado y otros siguen frondosos y lozanos. Para lo de los hijos aún queda tiempo. He pensado muchas veces lo del libro, pero se ha quedado en el cajón de los proyectos maravillosos pospuestos sin fecha definida. Sin embargo, esto del blog se me antoja algo más llevadero y, hasta cierto punto, un poquillo de aventura literaria.
¿Por qué no? Si todo el mundo lo hace. Para ser normal necesitas un nick, un ipod y un blog. Yo no tengo ipod, pero siempre he querido ser normal. Bueno, a veces. Así que voy a escribir un blog, a ver que pasa. De momento no he sentido nada, pero me han dicho que estas cosas tardan a veces en actuar. Seguiremos esperando.

Para ser sincero, esto de los blogs no me parece nada nuevo ni extraordinario. Llevo ya bastante tiempo conectado y no me parece una gran novedad. De hecho, me parece exactamente igual que aquellas páginas llenas de colores horribles y dibujos en movimiento que todo internauta que se preciaba tenía hace algunos años.
Lo que pasa es que ahora es mucho más fácil y todo el mundo lo hace. Hasta yo. Para diferenciarme un poco, iluso de mí, voy a intentar retornar al concepto más romántico de blog: la bitácora.

Siempre he visto una bitácora como un camino personalizado. Has seguido tu camino, y cada camino es distinto segun quien lo hace. Por eso muchas personas pueden hacer un camino con el mismo mapa, pero cada uno tendrá una bitácora. Pues ésta es la mía.
Bienvenido, pues, osado Lector. Pasa y ponte cómodo: hay bebidas en la nevera y el baño está al fondo. Puedes ignorar, escribir y opinar lo que quieras. Los que vengan detrás, si es que alguien viene, serán libres de ignorar, escribir y opinar lo que quieran.