jueves, 15 de noviembre de 2012

¿Stop desahucios?

Tiene que estar muy mal la cosa para que no pueda dejar de entrar en temas sociales. Y es que cuando arrecian los problemas, arrecian las opiniones encontradas. Cuando sobraba de todo no había necesidad ni siquiera de discutir. ¿Para qué ponernos a pensar si hay café para todos? Pero ahora ni café, ni leche, ni azúcar. Un poco más, y ni agua.

Y en medio de todo este desaguisado, entre recorte y recorte, sale a la palestra el tema de los desahucios. La verdad es que un vistazo a las estadísticas es descorazonador, sobre todo porque detrás de cada número suele haber un drama humano y económico. Y de repente los dos grandes partidos políticos, los grandes causantes del problema, los dos convidados de piedra al drama que no movieron un dedo cuando aún se podía remediar, ahora se quieren poner de acuerdo para poner coto a la sangría. Cuanta hipocresía.

¿Quién puede estar en contra de estas medidas después de ver un informativo? Ancianos, niños o enfermos expulsados de sus casas por los malvados bancos por no poder pagar las letras o por haber avalado a un hijo. De hecho, a primera vista, las medidas de las que se está hablando me parecen razonables porque entran dentro del principio de solidaridad.

Y entenderé que se me tache de insolidario por lo que voy a decir a continuación, pero la solidaridad no es gratuita. Cada desahucio que se pare va a suponer un coste. Un coste que alguien va a tener que pagar. Y estará bien si lo pagamos entre todos, pero algo me dice que no va a ser así.

Mi primera objeción: ¿por qué se pone a un hipotecado por delante de un inquilino? Que nadie se olvide que si dejas de pagar el alquiler, con las nuevas leyes te ponen de patitas en la calle en menos que canta un gallo. ¿No tenemos todos el mismo derecho a una vivienda digna? Si paramos unos desahucios, ¿no deberíamos parar otros? ¿Pensarías lo mismo si eres tú el arrendador?

Segunda objeción: no todos los casos son iguales. Hay diferencias abismales. Está claro que hay casos sangrantes de sobretasación, análisis nulo de riesgos y negligencias varias, pero también hay casos de gente que simplemente tomó una mala decisión financiera, o tuvo un capricho con un piso que no pudo pagar. Porque aquí no hay que olvidar que los bancos prestaron cantidades ingentes de dinero, cantidades que probablemente muchos de nosotros no veremos en la vida. Y esas decisiones fueron en parte culpables de la burbuja que nos estalló en la cara. ¿Qué ocurre si ese dinero que pedí lo usé para montar un negocio en vez de comprar una casa? ¿También debería venir el Estado a socorrerme?

Tercera objeción: alguien tiene que pagar. Los bancos no tienen grandes misterios detrás: son todo números más o menos complejos pero que al final siempre cuadran en un beneficio. Si la ley hipotecaria se cambia y tienen menos garantías de cobrar, la reacción va a ser inmediata: encarecimiento y restricción al crédito. Los que no compraron, además de haber pagado las deducciones fiscales y las consecuencias de la burbuja, van a pagar también más intereses.

Cuarta objeción: ya hay gente en la calle. El derecho a la vivienda que recoge la Constitución es un brindis al sol. ¿Cómo se puede poner el foco en un colectivo ignorando al resto? El problema está en el acceso a la vivienda. ¿Por qué no se deja que se ajusten los precios? ¿Por qué no se gravan los pisos vacíos? ¿Por qué unos sí y otros no?

Resumiendo, que parece que las medidas que se van a tomar son razonables, pero por sí solas lo único que hacen es diferir un poco más el problema. Y lo siento, pero si se habilita la dación en pago por decreto como se propone las consecuencias simplemente cambiarán de bando y volverán a caer sobre aquellos que en su momento no entraron al juego inmobiliario y decidieron no comprar.

martes, 13 de noviembre de 2012

¿Nos vamos de huelga?

14-N: huelga general. La verdad es que mi memoria histórica anda un poco depauperada, y ya no me acuerdo mucho de como iba esto antes de esta crisis. Por lo tanto, me cuesta juzgar en términos de comparación, pero esta huelga me parece lo menos parecido a una huelga que puede haber.

¿Por qué? Porque no noto ambiente huelguista, no veo que se hable del tema, no veo que los periódicos lo tengan en los titulares. Leñe, si es que aún ni sé por qué se ha convocado la huelga. Está claro que la pancarta de cabecera podría ir en blanco con un "escriba su motivo aquí"; que lo que sobran tal y como están las cosas son motivos. Pero no veo indignación, lo que veo es más bien resignación. En la anterior teníamos la reforma laboral en el punto de mira, el objetivo estaba claro, pero mañana no veo qué es lo que se quiere conseguir.

Es más, ¿sirven las huelgas para algo? Yo tengo grandes dudas. Cuando veo el caso de Grecia, que se pasan el día armando gresca para nada, pienso que no. Es cierto que nosotros tenemos algo más de control sobre nuestro destino, pero tampoco es que tengamos demasiado margen para actuar. ¿Realmente va a cambiar la forma de actuar del gobierno por una huelga? La anterior ya la tenían prevista. Como dicen los analistas financieros, el mercado ya la había "descontado"? ¿Habrán previsto esta también?

A partir de aquí todo son dudas: ¿cómo sabes si se ha seguido una huelga o no? Unos dicen que por el consumo de energía, otros por los escaparates cerrados, otros por las estadísticas. No lo sé, yo leo los periódicos y me da la impresión de que solo hay huelga por donde pasan los piquetes, y que una vez que pasan todo vuelve a abrir. Está claro que hay muchas fábricas y comercios que cierran por las amenazas de los piquetes. Pero también está muy claro que hay mucha gente que no va a la huelga por las amenzas de represalias, y más ahora con el paro que hay.

¿Cuáles son más? ¿Qué es más legítimo? No sé, me indigna tanto un encapuchado amenazando a un busero como un empresario amenazando a un obrero. Y lo que más me indigna es que al final con tanta amenaza cruzada parece que la huelga solo la pueden hacer los sindicatos, y que hay tanta gente temiendo el piquete como esperándolo para poder hacer huelga. Valiente estado de derecho.

No sé qué pasará mañana, pero teniendo en cuenta el paro que hay, entiendo que las manifestaciones tendrían que ser multitudinarias. Lo del seguimiento lo tengo menos claro, yo pronostico fracaso. Luego nos quejaremos.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Usa tu cerebro

Hace poco, no recuerdo bien si lo leí o lo vi en la televisión, tropecé con la vieja historia sobre el poco uso que le damos al cerebro. Estoy seguro de que todos lo habéis oído alguna vez y estoy seguro de que la mayoría, incluyéndome a mí, os lo habréis creído a pies juntillas en algún momento. De hecho, creo que incluso sería capaz de dar datos: la mayoría de la gente usa el 6% del cerebro y los genios como Albert Einstein podrían llegar a usar hasta el 10%.

Hasta recuerdo a egregios profesores ilusionando a los niños: "Imaginaos lo que podríais hacer si utilizaseis todo vuestro cerebro". O a algún defensor paranormal, corista probablemente de Iker Jiménez, sosteniendo que todos los fenómenos inexplicables venían de esa parte ociosa de los humores craneales.

Pues bien, de eso nada, monada. Es un bulo como una catedral. Lo sorpredente es que una historia como esa haya llegado tan lejos y haya calado tan hondo, ¡si hasta tiene una entrada en la Wikipedia! Así que, aunque tengamos pruebas fehacientes de que hay mucha gente que no usa el cerebro en absoluto, en términos generales nos hace falta todo.

Moraleja del cuento: infórmate antes de difundir, es tu reponsabilidad que la desinformación no prospere. Yo creo que a estas alturas Bill Gates no va a cobrar por usar Hotmail, no se va a morir nadie por beber latas con pis de rata y me extrañaría que explotase alguna gasolinera más por hablar por el móvil. Ah, y podéis entrar tranquilamente a comprar en los chinos: parece que con la crisis ha bajado mucho el tráfico de órganos.

   

viernes, 9 de noviembre de 2012

Mono digital

No, a pesar de la foto, esta entrada no tiene nada que ver con chimpancés, ni con trajes de trabajo, ni con cuerpos ochenteros, ni con niños agradables la vista, ni con ... ¡basta! Leñe, cuantas acepciones tiene la maldita palabra. Si lo llego a saber uso otra más rara, tipo dislalia y todo habría quedado mucho más claro.

Sí, ya sé que esto es expresión escrita y nada me impide borrar y volver a empezar, pero eliminaría de un plumazo (de un teclazo más bien) todo el dramatismo del momento (que tampoco es mucho). Además, soy tenaz y obstinado y si quiero escribir de monos, pues de monos escribiré.

Y el mono al que me refería es el que para mi sorpresa incluso viene recogido en el diccionario de la RAE como "necesidad, deseo apremiante o añoranza de algo". Yo no soy lo que se conoce como un "nativo digital", es decir, no nací pegado a un teclado. Mi primer ordenador fue un Spectrum (que aún conservo y algún día os presentaré) y cuando lo saqué de la caja una noche de Reyes no tenía muy claro lo que podía hacer con él. Quedaba con mis amigos llamándolos a sus casas, y sin marcar el prefijo. Enviaba cartas por correo portal con su sello y todo.

Pero con el tiempo esto de los ordenadores me ha ido calando hondo, y estos días que he estado sin él me he sentido un poco raro. No creo que sea algo realmente preocupante, pero me ha hecho cavilar un poco. Pequeños detalles como leer una noticia interesante en un periódico de papel y pensar: "Um, esto tengo que compartirlo, ¿dónde está el maldito botón?" me llevan a pensar que a lo mejor hemos perdido un poco la interacción personal en favor de la cibernética.

Porque en circunstancias normales, comentaría en voz alta la noticia para abrir un interesante foro de debate en el bar o cafetería. "Eh, que los idiotas del Partido Por El Medio han prometido aumentar la cantidad de azúcar de los azucarillos". Y en ese momento, el parroquiano del fondo de la barra replicaría: "Calla, maldito centrista radical". Se crisparía el tono, se alzarían las voces, se escucharían los coros demagogos de un lado y de otro y se acabaría con la castiza estampa de la Policía Nacional separando a los contertulios. Que tradiciones se pierden por culpa de Internet.

¿Y qué pasa con los chistes? Ya nadie cuenta chistes, los publica en su muro. Claro, porque así todo el mundo se ríe. ¿Sabeis que aproximadamente el 90% de la gente que escribe "jajajaja" realmente no se está riendo? Escalofriante estadística. Lo he probado yo mismo y es posible hacerlo. Observad. "jajajaja". Y aunque resulte difícil de creer, no me estoy riendo.

Además, he detectado un aumento en mi grado de irascibilidad. Hasta me irritaba pasar por un tunel porque perdía la cobertura en el móvil, la única ventana que me quedaba al mundo digital. Y como todo mono que se precie, una vez saciado pierde su sentido, porque creo que en cuanto acabe la entrada ya no hay nada en Internet que tenga ganas de ver. Pero bueno, que gustazo.


viernes, 2 de noviembre de 2012

Maldito Halloween

La verdad es que el título de la entrada iba a ser otro, pero estoy seguro de que mi selecta audiencia no disfrutaría de la palabra "puto" en letras tan grandes. Lo malo es que sé que ésta es una batalla perdida de antemano, pero como el derecho a la pataleta es universal, aunque no consiga nada voy a quedarme a gusto.

Y es que me rechinan los dientes cada 1 de noviembre con esta maldita americanada. En las épocas de los nacionalismos exacerbados, de la conservación de la propia cultura por encima de los límites de la racionalidad; en los tiempos de la antiglobalización y la exaltación del microentorno; en estos tiempos precisamente, vamos y nos disfrazamos de brujas y zombies, nos ponemos a vaciar calabazas y llenamos todo de telarañas. Manda narices.

No, no me vale la excusa de ir de fiesta. ¿Desde cuando necesitamos algo raro para montar una fiesta? Somos fiesteros por naturaleza y ya teníamos fiestas antes de que nos obligaran a ir mendigando por las puertas al grito de "¿truco o trato?". Y ni siquiera para vestirnos (porque en mi tierra la gente no se disfraza, se viste).

¿Y sabéis por qué digo que es una batalla perdida? Porque nuestros niños ya es lo único que conocen. Desde pequeñitos los han disfrazado y los han llevado a por caramelos. Es lo que han aprendido y lo que van a transmitir. Puede que nosotros de momento lo usemos como una fiesta más y sepamos que nuestras tradiciones son realmente otras, pero esto ya no será así en la siguiente generación. Mi enhorabuena a los yanquis.

Tampoco digo que neguemos la alegría a los niños y que los llevemos bajo la lluvia a los cementerios, pero sí que sepan cuáles son nuestros orígenes y cuales no. Que sepan por qué se llevan flores a las tumbas y que hay un día al año que recordamos a los Fieles Difuntos.

Mención aparte merece el Samain. Lo siento, pero tampoco soy muy partidario. Sí, es el origen de todo y es fuente de grandes historias y leyendas, pero no deja de ser un mal parche para intentar frenar la invasión de ultramar. Lo que no creo que se pueda hacer es inventar tradiciones. Las tradiciones lo son por la solera, por el arraigo, no por la lógica o la investigación histórica. No está en nuestra mano decidir cuáles son nuestras tradiciones, sino decidir cuáles serán las de nuestros hijos.