miércoles, 19 de mayo de 2010

Caos en el aeropuerto

Hay tres cosas, que yo conozca, capaces de convertir un el ordenado trajín de un aeropuerto en una histérica sucesión de gritos y carreras. A saber: una amenaza terrorista, un volcán islandés (a donde van miles de orcos creyendo que es Mordor) y una excursión del Inserso. Sí, han leído bien, una excursión del Inserso.

Ahora mismo estarán pensando que soy una persona cruel, sin escrúpulos y dada a provocar burla y chanza de los sectores menos favorecidos de la sociedad. Pues no, o al menos no en este caso. De hecho, algunos de ustedes probablemente estarán de acuerdo conmigo.

Yo he visto con estos ojitos que se van a comer los gusanos como altos ejecutivos, de estos que deciden sobre millones de euros y cientos de personas todos los días, palidecían literalmente, se llevaban las manos a la cabeza, juraban perjuraban y perdían los nervios cuando llegaban a Barajas a primera hora y se encontraban una de estas excursiones en el control de seguridad.

Y es que en esos momentos, la panda de simpáticos abuelillos pasaba a tener el control de la situación. No tienen prisa, pues suelen estar con horas de antelación, con lo cual no tienen ningún tipo de presión. Y comienza el espectáculo. Para empezar, es el marido el que lleva los billetes de los dos, como si fuera el cine de los 50, y el empleado que controla las tarjetas tiene que identificar cual es cual. Cuando no llegan todos a la cola y se oye la temida frase: "¡¿Quién trae los billetes?!" y se ponen a buscarlos por bolsos y abrigos, y no se mueve nadie hasta que aparecen los billetes de todo el grupo.

Después pasamos al arco de seguridad. Otro número. Llevan la botella de agua, o la navajita de hacer el bocata, y no entienden por qué se lo quitan, con lo cual toca la discusión con el empleado de turno. Y ya no hablemos de quitarse la chaqueta, con el frío que hace en el aeropuerto. Y eso de quitarse el cinturón es una indecencia, que se me caen los pantalones. Total, si al pasar por el arco pitan todas las prótesis ...

Todo este rato, tú ya has completado tu ritual y aguantas estoicamente, con tu equipaje en las bandejas, a que te toque a ti y poder pasar. Más te vale que no vayas justo de tiempo, porque perderás el vuelo. Tienen mucha experiencia en la vida, y no te van a dejar colar fácilmente.

Y luego llega la puerta de embarque, que ya han colonizado dos horas antes de que tú llegues. Y la fila que normalmente se forma se convierte en una especie de nube en cuanto llega el personal de tierra de turno. Y no te puedes colar, no. Ahora el problema es que no aparecen DNIs ni nada que se le parezca. La semana pasada se detuvo el embarque porque una señora había perdido a su marido y se alborotó todo el grupo, bloqueando la puerta, hasta que el pobre señor volvió del baño. Y claro, perdimos el slot.

Con esto no quiero decir que la culpa sea de los pobres abuelillos que se van de vacaciones, no. Un aeropuerto es un sinfín de normas y rituales, de prisas y hombres de gris, que si no estás acostumbrado desconoces, es lo más normal. Esto es un alegato contra el personal aeroportuario, por lo general ejemplo vivo de la ineptitud, que es incapaz de distinguir cuando alguien tiene más horas de vuelo que un moscardón de la acelga y cuando alguien es la primera vez que pisa una aeropuerto.

lunes, 10 de mayo de 2010

¡Campeones de Europa!

En París y a lo grande. Así se ha proclamado campeón de Europa de baloncesto el Barcelona. Incontestable en la Final Four. El mejor equipo del continente. Manteniendo al rival siempre por debajo y a lo lejos.

Y eso que para los del Barça esto de la Final Four nos suele traer malos recuerdos. El equipo que más veces la ha jugado y sólo hemos ganados dos. Recuerdos tan dolorosos como el tapón ilegal del Vrankovic a Montero o la paliza de Rivers.

Pero son tan sólo eso por hoy: malos recuerdos. A brindar por la victoria y a recordar a este equipo, que veremos cuanto tiempo tarda en repetirse

viernes, 7 de mayo de 2010

El dinero no existe

Supongo que todos hemos escuchado esto alguna vez y hemos visto alguna película en la que un malo maloso malévolo y malvado urdía un maquiavélico plan para hacer volar un par de servidores y quebrar el sistema económica mundial.

Falacias, ¿verdad?. Bien, pues eso es exactamente lo que ha pasado hoy. No lo del malo maloso, evidentemente, ni lo de los servidores volando por los aires, pero sí se ha demostrado que el dinero, ese gran poder al que todos adoramos, realmente no existe.

La noticia pone los pelos de punta. Sobre todo a aquellos que hemos visto que nuestro dinero desaparecía de golpe. Durante unos instantes, eso sí, pero desaparecía al fin y al cabo, sin que nadie pueda explicarte por qué sí o por qué no.

Una empresa vale billones de dólares, y de un momento a otro pasa a valer unos pocos miles. El dinero ha desaparecido. La empresa no se ha movido del sitio, sigue haciendo lo mismo y sus curritos siguen en sus mesas, pero ya no vale nada y cualquiera con cuatro duros podría en teoría comprarla.

Conozco bastante bien los entresijos del sistema financiero, sobre todo en lo que respecta a sus sistemas informáticos, pero esto aún no me lo acabo de explicar. Y da miedo, mucho miedo. Tampoco quiero preocuparos demasiado: vuestras cuentas corrientes no son más que un estado alterado de una memoria de ferrita, pero hay mil mecanismos que se encargan de que podais retirar vuestro dinero al día siguiente. No hay peligro.

Pero me temo que no podría decir lo mismo de la bolsa, una amalgama de idas y venidas que hoy en día no creo que haya nadie capaz de entenderla en su totalidad, y donde las fortunas aparecen y desaparecen como por arte de magia. Un put muy largo de algún broker famoso hará que el mercado se desestabilice, corriendo el rumor más rápido que en un patio de vecinas.

Suerte a todos

miércoles, 5 de mayo de 2010

¿Ha muerto el blog?

No hace tanto que esto de los blogs echaba humo. Mi Google Reader tenía todos los días un ramillete de perlas para entretenerme y muchas veces no daba abasto a responder a todos los comentarios que tenía abiertos por ahí. Cada vez que leía o veía algo me venía a la cabeza: "esto tengo que ponerlo en el blog ...". Y era rara la semana que no caían un par de entradillas.

Pero desde hace un tiempo mi Reader ha dejado de ponerse en azul. Por razones personales perfectamente comprensible, Mirichán desayuna a puerta cerrada e Inner está en silencio. Diana nos ha dejado con sus historias a medias, Bea ha dejado de culturizarnos, poco hablan a Dragomira, Dack tiene un domingo cada dos meses ...

Supongo que serán las modas de Internet, que vienen y van como las olas del mar. Otras cosas como el IRC o el MSN tuvieron en su momento un auge espectacular y ahora me da la impresión de que cayeron casi en el olvido. Yo creo que es el Facebook, que se ha comido todo. Y es que no se puede atender a mil aplicaciones, y esta está de moda.

Yo mismo me veo más vago a la hora de escribir, pero deben de ser los años, que me acentúan más si cabe esa tendencia a estar quieto sin hacer nada. Pero de momento me niego a cerrar el chiringo. Total, para lo que pago de alquiler ...

lunes, 15 de marzo de 2010

¿Te gusta el cine?

Ojo con esta pregunta. Siempre es una pregunta trampa. No importa que os lo disfracen de inocente inquietud. No es una frase típica para romper el hielo. No es una forma más de iniciar una conversación. Es una emboscada, una celada, una puñalada trapera. Está claro que no se acerca ni a años luz de las temidas: "¿en qué piensas?" o "¿te parece que este vestido me hace gorda?", porque de esas seguro que no salimos vivos, pero se queda cerca.

Y sobre todo va a depender de quien te lo pregunte y de lo que respondas. Vamos a desglosar los posibles movimientos:

Un "Sí, me gusta el cine" puede acabar con una horda de buitres culturetas comiendo el hígado de tu intelectualidad con preguntas sobre el último ciclo de cine azerbayano en versión original o el actor secundario que hacía de policía en la película que ganó el Óscar al mejor guión original adaptado en 1959.

También puede ser que un puñado de frikis se abalance sobre ti apuñalándote con un sinfín de siglas tipo HD, Blurrei, Full HD, y utilizando tus omoplatos como escuadras para triangular la mejor posición del quinto altavoz del Dolby 3.0.

Siempre puedes caer entre una caterva de especialistas en un género y entrar en el debate de si Chuck Norris es más duro que Charles Bronson, o si Hugh Grant es comparable a Richard Gere cuando sonríe, o si Angelina Jolie está más buena que Charlize Theron.

Vamos, que la respuesta no suele dejar indiferente a nadie. Yo suelo responder lo que respondo siempre a la mayoría de las preguntas: "Depende". Y luego ya veremos.

jueves, 11 de marzo de 2010

Commodities

Va a ser la palabra del día. Hoy la he visto utilizada para referirse al correo electrónico y para referirse a los productos agrícolas en los mercados de futuros. Es cierto que esta última definición es la correcta, pero algo en mi interior me hace negarme a ver una patata como una commodity.

Y es lo que tiene de malo traducir directamente del inglés, que ni library es librería, ni actual es actual, ni memories son memorias. Y por supuesto que commodities no son comodidades, ni nada que se le parezca, pero me vale para introducir el tema que me ocupa, y es el de aquellas cosas que nos rodean y que hacen nuestra vida más fácil.

Parece bonito, ¿no? Pues sí, en principio sí, pero nos acostumbramos a ellas tan rápidamente como dejamos de ser conscientes de que existen. Hasta que nos las quitan. Como el chupete a un niño pequeño. Y nos quedamos con cara de portero goleado, culpando al destino de tamaña desgracia y devanándonos los sesos para encontrar una solución alternativa.

Sí, en efecto, se me ha estropeado el microondas. Ya sé que hasta hace muy poco nadie lo usaba, y teníamos un ejército de artefactos tipo calientaleches que nos permitían hacer lo mismo, amén de ciertas habilidades como calentar al baño maría. Pero llegó el nuevo aparato y olvidamos tanto los artefactos como las artimañanas.

Y ahora estoy en un lío, ya no sé calentarme la comida o hacerme una infusión. ¿Sabría escribir a máquina si se me estropea la impresora? ¿O podría abrir una lata sin abrefácil? ¿Soy un maldito inútil, un simple manejador de gadgets sin la más mínima capacidad de hacer nada por mí mismo? ¿De qué me ha servido ver McGyver?

En fin, espero que todo esto se me pase en cuanto recupere mi microondas

miércoles, 10 de marzo de 2010

Feliz Año Nuevo

Seguro que me vendrá algún avispado a decirme que estamos en Marzo. Bueno, eso según el calendario gregoriano, pero según el calendario diancechtiano hoy es 1 de Rimbero, o sea, que comienza el año 894 de mi era. Y con eso a ver si comienza también una etapa algo más prolífica de este blog, ahora condenado al barbecho electrónico de comentarios de spam.

Ya os contaré como va