Es algo formidable que vio la vieja raza:
robusto tronco de árbol al hombro de un campeón
salvaje y aguerrido, cuya fornida maza
blandiera el brazo de Hércules, o el brazo de Sansón.
Por casco sus cabellos, su pecho por coraza,
pudiera tal guerrero, de Arauco en la región,
lancero de los bosques, Nemrod que todo caza,
desjerretar un toro, o estrangular un león.
Anduvo, anduvo, anduvo. Le vio la luz del día,
le vio la tarde pálida, le vio la noche fría,
y siempre el tronco de árbol a cuestas del titán.
"¡El Toqui, el Toqui!", clama la conmovida casta.
Anduvo, anduvo, anduvo. La Aurora dijo: "Basta"
,e irguióse la alta frente del gran Caupolicán.
Esto cuenta una curiosa forma de elección de caudillo, que técnicamente será algo así como "troncocracia" y consistía en ver quien aguantaba más portando un tronco sobre sus hombros. Parece ser que este hombre duró tres días. No sé, no es por faltar al respeto a las culturas precolombinas, pero esto de hacer jefe al más bruto del pueblo no me parece demasiado acertado. Me quedo con el poema ...
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