viernes, 30 de noviembre de 2007

El hombre Árbol

Ésta es una de esas noticias que uno sabe muy bien si creerse o no, pero vas buceando poco a poco y resulta que es verdad. Una búsqueda rápida por la Red arroja cientos de resultados en todos los idiomas. Especialmente impactante me ha resultado este documental gráfico.

Puede que no sea de las cosas más extraordinaria y sorprendentes que se puedan encontrar, y menos con esto de la aldea global, donde no te puedes mover sin que los internautas de medio mundo se enteren, pero me ha sacudido la vena filosófica, en concreto la de la fragilidad de nuestras existencias.

Eres un adolescente cualquiera, te haces un corte en la rodilla y de repente, sin avisar, sin venir a cuento, sin mayor explicación, tienes una enfermedad que te deforma y te convierte en una atracción circense. Brutal. Es un ejemplo que llama la atención, pero cuántas vidas a nuestro alrededor se ven sacudidas de repente, sin posibilidad de reacción, sin marcha atrás, sin nada que hacer. Vamos a sacar una conclusión positiva del asunto: hay que aprovechar la vida, aunque sea por si acaso.

Dicho esto, una de noticias falsas, o de falsas noticias. Hace poco, me conmocionaba la primicia de un hombre muerto por la explosión de la batería de su teléfono móvil. En un principio me parecía poco creíble, pero por si acaso buceé un poco en el tema y encontré una lista de baterías peligrosas. Pues bien, hoy se ha desmentido todo. Pero no sé, no me he quedado nada tranquilo.

Para terminar dejaré una historia curiosa, al más puro estilo Iker Jiménez, para aquellos que tengan tiempo de ocio que invertir en la historia del hombre pez

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Un poco de cordura en el asfalto

No puedo ocultar la alegría que me produce la notica que leía hoy en la siempre actualizada La Voz de Galicia: una propuesta en el congreso para aumentar los límites de velocidad en carretera.

Por fin una buena idea. Y no ha sido ningún partido político minoritario con ganas de protagonismo, no, ha sido un comité de expertos. De expertos, señoras y señores, gente que sabe mucho de un tema, incluso más que los asiduos a la barra de un bar, que ya es decir.

Por autovía y a 140 km/h. Suena utópico, y de hecho es probable que lo sea, pero que bonito sería. Adecuar la velocidad al siglo XXI en el que a veces parece que no estamos, a las carreteras y coches de los que podemos disfrutar.

No me digan que la velocidad es la causa de la mayoría de los accidentes, porque no es así. La causa es la imprudencia, la falta de descanso, la falta de pericia o la falta de práctica. Claro que en una carretera atestada de tráfico no se puede ir a 140 km/h. ¡Pero tampoco se puede ir a 120 km/h y sin guardar la distancia de seguridad! Eso no es cuestión del límite de velocidad, sino de la responsabilidad del conductor, y es ahí donde fallamos.

Si ponen el límite a 140, creo que poca gente lo rebasará, y ése será el momento de aplicar el código penal, el código civil o el código Morse si es preciso, porque hemos identificado a un peligro público. Pero con 120, límite de risa, te aburres, te desesperas, te hartas, y acabas sobrepasándolo. Lógico y normal.

En fin, que probablemente esta propuesta no pase de anécdota, pero de momento ahí queda. Mientras tanto, volvamos al problema de origen: la educación vial. Enseñemos a nuestros noveles a conducir, y no a aprobar el examen del carnet, y otro gallo cantará. Enseñemos que el límite de velocidad no está sólo en las señales, también está en el tráfico y las condiciones meteorológicas.

Mientras no lo hagamos, nos seguirá luciendo el pelo

martes, 27 de noviembre de 2007

Vuelve el Obradoiro

Ver para creer. Diecesite años han pasado. Para mí era un tema ya olvidado, pero hoy la prensa se hace eco. Por supuesto, y a la cabeza de la noticia, La Voz de Galicia, pero también el diario Marca. Sí, señores, sí, el Tribunal Supremo obliga a la ACB a readmitir al Obradoiro de Santiago.

Que tiempos. Casi se me saltan las lágrimas. Tiempos de Schlegel, de Anicet Lavodrama. Tiempos del Oar y Clesa Ferror, del Leche Río Breogán. Tiempos del baloncesto gallego, de su época dorada. O al menos eso me lo parecía, desde aquella óptica infantil.

Por aquel entonces, vino el Madrid de Corbalán, Iturriaga y Fernando Martín a apalizar por cincuenta puntos al otro equipo gallego, el Caixa Ourense, que a la postre cosecharía grandes logros ... claro que esto será otra historia.

Hoy rindamos homenaje a este veterano del baloncesto. No sé si llegarán a jugar, porque los problemas económicos no van a ser triviales, pero está claro que Galicia se merece un equipo de baloncesto en la élite. Y nada mejor que éste ave Fénix, resurgiendo de sus cenizas.

lunes, 26 de noviembre de 2007

Cosas del teléfono

No fue hace mucho cuando me pasó esto. Creo recordar que era un sábado por la noche. Estaba sacando dinero y de repente el cajero automático me tragó la tarjeta. Estupendo. Después de la lista de improperios y juramentos, vuelvo al mundo real y me doy cuenta de que el cajero ni se ha inmutado. Lo primero que hago es intentar anular la tarjeta y para ello marco en mi móvil el número que amablemente se indica en una pegatina adosada al cajero en cuestión.

902 patatín patatán: 10 lerus para cancelar la tarjetita.

Es abusivo, que se aprovechen de tu situación desesperada para sacarte cuatro duros. Y otros hay que hacen lo mismo: Ibera con sus reclamaciones, Mapfre con sus partes. Son de estas indignaciones que se te pasan rápido, pero hace poco las rememoraba con Petrosky y me descubrió un mundo que no conocía: el de los activistas anti900. Y no están solos, son multitud.

Desde luego, y con mi afición a las redes sociales, la parte más interesante de todo esto es la wiki de números alternativos, donde los usuarios van introduciendo los número que conocen. Y vaya si ha crecido. Vamos, que el que llama a un 902 es porque quiere.

También resulta interesante la información sobre el número de información, valga la redundancia, de Telefónica.

Por otra parte, y a modo de curiosisad, sabeis que por ley teneis derecho a la portabilidad de vuestro número de móvil ante un cambio de operadora. Pues bien, esto ha echado al traste todas las teorías que había antes del tipo: "los 696 son de Telefónica". No es que vayas a dejar de llamar a alguien por ser de otro operador, pero visto como cambian las tarifas, igual te sale más rentable quedar para tomar un café. Pues bien, ahora podemos saber de que operadora es cada número.

martes, 20 de noviembre de 2007

Un comunicado de 1959

Que curiosas cosas se encuentra uno por la Red. Bien es cierto que no estoy especialmente versado en historia contemporánea, ni hay que creerse todo lo que circula por Internet, pero esto me ha llamado la atención.

Todo empezó porque leí en el periódico que hoy es el aniversario de la muerte de Franco y viene un especial sobre el Valle de los Caídos. No voy a entrar a comentar las noticias, porque entre que algún obispo pide perdón, la ley de memoria histórica y las agresiones fascistas y antifascistas hay tanta polémica que incluso a mí me desborda.

Pero vaya, al tema, que he descubierto que el cadáver de José Antonio Primo de Rivera se trajo primero al Escorial y mucho más tarde (cuando lo acabaron), al Valle de los Caídos. Y de este momento data el comunicado de la Falange que me ha llamado la atención.

Habría que ponerse en contexto y situación, pero así leído no dista mucho de la despolitización del monumento que han suscrito hace poco todos los grupos políticos. Demasiado adelantado para su tiempo. Porque me da a mí que te pillaban con esto y no sé si sentaría demasiado bien.

En fin, esto es agua pasada, y quien sabe como fue la cuestión. A lo mejor alguno de los historiadores que pululan por aquí nos puede dar más luz sobre el asunto.

lunes, 19 de noviembre de 2007

Las cosas de la memoria

Que cosas tiene esto de la memoria, ¿verdad? A veces te vienen cosas a la cabeza que no sabes de donde han salido, no como se han aglutinado dentro de tu materia gris, pero ahí están.

El otro día me pasó. No me preguntéis en qué estaba pensando, porque no me acuerdo, ni de que estaba haciendo, ni de donde estaba. Sólo sé que de repente me iluminé, se encenció la típica bombillita de los dibujos animados encima de mi cabeza. Y me di cuenta. "Canción triste de Hill Street", en inglés "Hill Street Blues". ¡Habían traducido "blues" como "canción triste"!.

Argh, pobre capitán Furillo. Los que tengais cierta edad os acordaréis de todos aquellos entrañables personajes, yo especialmente del detective de los guantes recortados que siempre hacía de mendigo. Yo de pequeño, que sólo sabía que "blue" es "azul", pensaba que los "blues" era una forma de llamarle a los policías, como a los "bobies".

Pues no. Y fíjate que curioso es esto del razonamiento que a medida que escribo más me recuerda la serie a la de El Comisario. Si es que las neuronas deberían tener una posición de stand-by para evitar todo este tipo de pensamientos laterales que nos distrae del argumento central.

En fin, con mi recuerdo a esta entrañable serie y una curiosa entrada sobre traducciones de nombres de películas, me despido por hoy.

Tengan cuidado ahí afuera

viernes, 16 de noviembre de 2007

Ya no soy un conductor agresivo

Otro vendrá que bueno me hará. Torres más altas han caído. A todo porco lle chega o seu San Martiño. Yo como estas, cientos de frases más que recogen nuestra infinita sabiduría popular. Y por popular, que recoge la experiencia de tantas generaciones, es cierta. La realidad me ha hecho darme cuenta no sólo de que no soy un conductor agresivo, sino de que soy extremadamente tranquilo y respetuoso.

La historia comenzó una fría mañana de lunes, cuando cansado y ojeroso me caí de la cama para encaminarme hacia la oficina. Iba muy dormido a pesar del vientecillo fresco que me abofeteaba constantemente, así que casi no me percaté del atasco de tráfico habitual de lunes.

Pues mientras esperaba yo en el paso de cebra a que el semáforo de peatones se abriese, la intersección contigua se llenó de coches en perpendicular que no dejaban pasar, con lo cual los que tenían el semáforo abierto, tenían que parar. En ese momento, un atronador pitido comenzó a taladrar los oídos de los sufridos peatones que estábamos esperando. De entrada no me sorprendió demasiado, era uno de tantos, lo que me hizo girar la cabeza fue la vehemencia, la insistencia, el tono agresivo de aquel pitido.

La imagen que se abrió ante mis ojos era dantesca: un hombre de unos treinta y algo, calvo, de traje y corbata oprimía sádicamente el claxon de su todoterreno gris. Fue una pena no haber grabado en vídeo esa expresión furibunda, esa rabia animal, esos golpes compulsivos sobre el claxon. Si en vez de un coche hubiese tenido una pistola, creo que habría disparado sin dudar.

Uno de los peatones hizo un ostensible gesto de llevarse las manos a los oídos para indicar al conductor que lo único que conseguía era molestar. Fue ignorado. El hombre se detuvo justo encima del paso de peatones, casi sin dejar sitio para pasar, cuando éste se pudo en verde. Yo crucé por la parte delantera, y al pasar me quedé mirándole a los ojos con desprecio, buscando su reacción.

En ese momento, bajó la ventanilla, y comenzó a gritar como un energúmeno, como alguien desesperado a quien le están arrancando la vida. Era un grito desgarrador, capaz de helar la sangre.

"¡Mueve el coche!, ¡mueve el puto coche!" - gritaba.

Sin mirar, parecería el lamento de alguien a quien un coche le ha estacionado encima de la pierna. Sólo recuerdo algo parecido en películas en que arrebataban a un hijo de las manos de su padre.

Lo que yo vi fue un hombre derrotado por la gran ciudad, que había perdido la batalla contra el monstruo del estrés, que liberaba las frustraciones de su triste vida al volante. Aquel sí que era un conductor agresivo. Yo a su lado, un corderito. Sé que si hubiese podido habría arrollado con su coche a quien se pusiese delante.

Que tristeza que perdamos los estribos, nuestra propia naturaleza humana por un atasco, por el ritmo de la gran ciudad, por nuestras prisas, por la deshumanización constante de todas nuestras actividades diarias. Esto no es una ciudad, es una jungla

lunes, 12 de noviembre de 2007

Redes sociales

Parte de mi trabajo consiste en investigar, evaluar y destripar todo lo que sean nuevas tecnologías y tengan algún tipo de aplicación práctica, que contrariamente a lo que se pueda pensar, tampoco son tantas. No porque las innovaciones sean malas sino porque las aplicacion es al final son difíciles de adaptar.

Una de las cosas de las que se habla mucho últimamente es lo que se ha dado por acuñar como Web 2.0. Seguro que a muchos ya os sonará, de hecho uno de los ejemplos más nombrados es precisamente el de los blogs.

¿Qué queréis que os diga? No acabo de ver tanta diferencia entre un blog y cualquiera de los foros que teníamos hace unos añitos. Y no he vuelto a ver una comunidad virtual del tamaño del antiguo Planetarion (*snif*) si exceptuamos el famoso Second Life. Por no decir que Youtube no deja de ser una videoteca y Flickr un álbum de fotos.

Lo que sí me llama la atención es el concepto de redes sociales, comunidades de usuarios que se comportan como seres vivos, mutando y evolucionando según el comportamiento de cada individuo; naciendo, creciendo, desapareciendo, cambiando ...

Y puestos a ello, os propongo un experimento, un divertimento, un pasatiempo. Hagamos una historia. La idea es poner un párrafo cada uno, o una línea, o una palabra, o pasar de mí ampliamente.

La cosa empieza así: "Ya se notaba que el invierno estaba cerca, empezaba a refrescar y se hacía de noche muy pronto. Me olvidé de todo eso en cuanto por fin encontré un sitio para aparcar. Dejé el coche, me bajé y ..."

viernes, 9 de noviembre de 2007

Estudios psicológicos

Que curioso es esto de la psicología. Así de entrada me parece algo totalmente abocado al fracaso. Se supone que estudia la mente humana, como responde ante determinadas situaciones, qué le afecta, en definitiva, intenta explicar su comportamiento.

Será que yo soy muy de ciencias, pero para simular un sistema complejo tienes que usar un sistema mucho más complejo. Por ejemplo, los simuladores de Nintendo o Mega Drive para PC, que quién más quién menos ha visto requieren más procesador y memoria que las consolas originales. O los simuladores aerodinámicos de los aviones o de los coches de Fórmula 1 son mucho más complejos de lo que son luego los coches y aviones en sí.

Pues lo mismo con la psicología. Para enteder la mente humana hace falta un sistema mucho más complejo que la mente humana. Es como si quieres verte desde arriba: es imposible, porque en cuanto subas para verte ya estarás más arriba. Mi conclusión: no se puede explicar la mente humana usando sólo la mente humana.

Podemos explicar por qué los perros de Paulov salivaban al oír la campana, pero si le preguntas al perro, no va a tener ni idea.

Los británicos son también muy curiosos: conducen por la izquierda, miden en millas, usan libras y hablan inglés. Y tampoco están tan lejos, que el canal de la Mancha se cruza a nado si te pones.

Sumando las dos cosas, tenemos un estudio psicológico británico que no puede dejar indiferente a nadie. El tema es la seducción. Por favor, especialmente los chicos, echadle un vistazo antes de responder a la pregunta que os voy a formular un par de líneas más abajo.




Leedlo primero, que si no voy a dirigir la respuesta, o por lo menos hojeadlo.





Ahora sacadme de dudas. El estudio habla de la sonrisa y la mirada pero ... ¿os habéis fijado en la sonrisa y la mirada de Scarlett Johansson antes de mirarle a las tetas. Llamadme salido, pero hasta que he leído el pie de página no me he fijado en que estaba sonriendo. Y sí, me ha seducido instantáneamente, y lo haría aunque me pusiese cara de ogro.

Pero claro, cualquiera contradice un estudio psicológico británico ...

domingo, 4 de noviembre de 2007

Soy un conductor agresivo (II)

Me da igual que tengas un Mercedes, un BMW, un Porsche o un Barreiros. Me da igual que lleves faros de Xenon. No, no me voy a apartar. Estoy adelantando, y voy por el carril izquierdo, y a ti te toca aguantarte. Puede dar todas las luces largas que quieras, lo único que vas a conseguir es que yo te enseñe mi luz de freno.

Te crees muy machito ahí en tu volante, pero veremos que pasa cuando te clave el coche y veas de cerca los números de mi matrícula. Ya puedo ver tu sudor frío por el retrovisor. Me da igual que luego aceleres y me adelantes, porque yo habré vencido, y correrás con el rabo entre las piernas perseguido por la sombra de mi sonrisa triunfal.

Me da igual a la velocidad que vengas, me da igual que vengas por el carril izquierdo por decreto ley. Si tengo que empezar a adelantar, adelantaré. No, no voy a frenar porque vengas tú a dos quilómetros con ganas de tener la carretera para ti solo. Vete frenando, es un consejo. ¿Crees que no tengo valor? ¿Has probado la sensación de oscilación de las ruedas traseras en una frenada de larga distancia? ¿Sabes lo que es la impotencia de no poder controlar la inercia? Yo sí, tengo ventaja y la usaré.

Hoy estaré ahí fuera así que ten cuidado.

viernes, 2 de noviembre de 2007

Hoy es Samain


Sí, mi queridos lectores, hoy es el día, el festival del Samain, una de las ancestrales tradiciones celtas.

He de reconocer que me fastidia bastante esto de celebrar el Jalogüín. Con las tradiciones que tenemos, ¿para qué importar americanadas sin pies ni cabezas? Que falta de visión tuvieron los españoles de la época al no mandar un galeoncillo a hundir en Mainflower. Nadie se habría enterado.

En fin, que hoy es el día en que se abren las puertas del Otro Mundo, en que los habitantes de uno y otro pueden campar a sus anchas por ambos. Día en que se forjaron leyendas de grandes héroes como Neda, que desde la corte de Ailill y Mebd salió al Otro Mundo, intercambiando su vida con su rey.

También es el día de Todos los Santos, día de flores y cementerios, una fiesta religiosa que, como tantas otras, se hizo coincidir con la fiesta pagana para, de alguna manera, solaparla.

Pero la historia se abre camino, se interconecta, y se mezcla. Es innegable que el día está arraigado en la cultura gallega, tan dada al oscurantismo con la muerte. Y todo se junta en un mismo día, recordándonos nuestro destino seguro, nuestro viaje final.