
Ya sabeis que estoy siempre al servicios de los lectores del blog, que expresan su voluntad a través de los siempre bienvenidos comentarios. Pues bien, me han pedido una entrada acerca del trabajo fuera de España, así que allá vamos. Tengo cierta experiencia trabajando fuera, aunque algunos de los lectores del blog (lectoras sobre todo) tienen más experiencia que yo, así que os contaré mis impresiones personales y luego si os apetece pasamos a la zona de debate.
Antes de nada, resumiré mi tesis sobre este tema, y es que nadie da duros a cuatro pesetas. Es decir, no creo que haya un país definitivo donde los sueldos sean los más altos, el trabajo el más llevadero y la vida más bonita. Más que nada porque si no estaríamos todos a las puertas de la frontera.
Vamos empezar por el tema del sueldo. Parece que en cualquier parte a la que vayas se cobra el doble que en España. Pues bueno, hay que decir que no todo es mito. Recuerdo un viaje a Munich en el que por casualidad conocí a un compañero de empresa de la oficina de allá. Hablando, hablando, resultó que su sueldo de entrada era el doble que el mío, haciendo el mismo trabajo para la misma empresa. Que sí, que el nivel de vida era un poco mayor allí, pero desde luego no era el doble, con lo cual es cierto que tenía más soltura económica que yo.
Me pasó más o menos lo mismo con mis compañeros
yanquis, con el agravante de que para ellos una casa o un coche representaba menos de la mitad del gasto que me representaría a mí de acuerdo a mi salario. Allí el nivel de vida era también más alto que en España, pero no había diferencias exageradas.
Luego llegó la cruz de la moneda con compañeros míos de México o Argentina (sí, trabajo en una
multinacional) que haciendo lo mismo que yo cobraban bastante, mucho menos, y el nivel de vida en sus paises era más bajo que el nuestro, pero comparativamente perdían bastante.
Como podeis ver, hay para todos los gustos, pero hay que decir que en España da igual el sueldo que nos den, nos vamos a meter en una hipoteca a 40 años y vamos a estar igual de achuchados, mientras que por ahí afuera se compran lo que se pueden comprar con más realismo (subprimes, aparte).
Luego está el tema de la calidad del trabajo. Como Maz decía, todo el mundo tiene un primo en Suecia que trabaja cuatro horas al día. Bueno, en España tenemos toda una legión de
funcionarios que no hacen ni eso, así que no miremos tan lejos.
Ciñéndonos al trabajo de verdad, es decir, a la empresa privada, es cierto que trabajan menos horas que nosotros, pero desde que llegan hasta que se levantan están fijos mirando a la pantalla. Comen un
sandwich en media hora y pueden no dirigirte la palabra si no es estrictamente necesario.

Nosotros llegamos un poco tarde, nos vamos a tomar el cafecillo, leemos el correo, otro cafecillo de media mañana, visita al blog de turno, hora y media para comer ... Hace poco, en un proyecto en Dublín, las presentaciones eran del tipo: "el equipo de desarrollo francés está en la segunda planta, el equipo inglés se sienta en la esquina de allá y a los españoles puedes encontrarlos en la máquina de café" (Verídico).
También hay que decir que en otros países que no voy a mencionar nos echábamos nuestra partidita al
Quake en red todos los días después de comer. Vaya, que hay para todos los gustos.
Mi conclusión particular: que es más importante lo que pasa cuando acabas de trabajar que dentro del trabajo. Y en España sales más tarde, a lo mejor con menos dinero, pero te vas a un bar a tomar unas cañas. Y hace sol. Y me gusta la gente. Y me gusta el Atlántico. Y que el mundo está muy bien, hay que ir a verlo ... y volver.
Vaya parrafada que me he marcado. Para los valientes que hayan llegado hasta aquí: ¿Cómo se dice cuando tienes unas ganas irrefrenables de tomar una cerveza? Pues que tienes
mono de cañas.