viernes, 9 de noviembre de 2012

Mono digital

No, a pesar de la foto, esta entrada no tiene nada que ver con chimpancés, ni con trajes de trabajo, ni con cuerpos ochenteros, ni con niños agradables la vista, ni con ... ¡basta! Leñe, cuantas acepciones tiene la maldita palabra. Si lo llego a saber uso otra más rara, tipo dislalia y todo habría quedado mucho más claro.

Sí, ya sé que esto es expresión escrita y nada me impide borrar y volver a empezar, pero eliminaría de un plumazo (de un teclazo más bien) todo el dramatismo del momento (que tampoco es mucho). Además, soy tenaz y obstinado y si quiero escribir de monos, pues de monos escribiré.

Y el mono al que me refería es el que para mi sorpresa incluso viene recogido en el diccionario de la RAE como "necesidad, deseo apremiante o añoranza de algo". Yo no soy lo que se conoce como un "nativo digital", es decir, no nací pegado a un teclado. Mi primer ordenador fue un Spectrum (que aún conservo y algún día os presentaré) y cuando lo saqué de la caja una noche de Reyes no tenía muy claro lo que podía hacer con él. Quedaba con mis amigos llamándolos a sus casas, y sin marcar el prefijo. Enviaba cartas por correo portal con su sello y todo.

Pero con el tiempo esto de los ordenadores me ha ido calando hondo, y estos días que he estado sin él me he sentido un poco raro. No creo que sea algo realmente preocupante, pero me ha hecho cavilar un poco. Pequeños detalles como leer una noticia interesante en un periódico de papel y pensar: "Um, esto tengo que compartirlo, ¿dónde está el maldito botón?" me llevan a pensar que a lo mejor hemos perdido un poco la interacción personal en favor de la cibernética.

Porque en circunstancias normales, comentaría en voz alta la noticia para abrir un interesante foro de debate en el bar o cafetería. "Eh, que los idiotas del Partido Por El Medio han prometido aumentar la cantidad de azúcar de los azucarillos". Y en ese momento, el parroquiano del fondo de la barra replicaría: "Calla, maldito centrista radical". Se crisparía el tono, se alzarían las voces, se escucharían los coros demagogos de un lado y de otro y se acabaría con la castiza estampa de la Policía Nacional separando a los contertulios. Que tradiciones se pierden por culpa de Internet.

¿Y qué pasa con los chistes? Ya nadie cuenta chistes, los publica en su muro. Claro, porque así todo el mundo se ríe. ¿Sabeis que aproximadamente el 90% de la gente que escribe "jajajaja" realmente no se está riendo? Escalofriante estadística. Lo he probado yo mismo y es posible hacerlo. Observad. "jajajaja". Y aunque resulte difícil de creer, no me estoy riendo.

Además, he detectado un aumento en mi grado de irascibilidad. Hasta me irritaba pasar por un tunel porque perdía la cobertura en el móvil, la única ventana que me quedaba al mundo digital. Y como todo mono que se precie, una vez saciado pierde su sentido, porque creo que en cuanto acabe la entrada ya no hay nada en Internet que tenga ganas de ver. Pero bueno, que gustazo.


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