¿No estaremos mezclando la velocidad con el tocino? Pues puede que sí y puede que no. Llega el verano y las playas se inundan de cuerpos, algunos serranos y otros más bien elaborados a base de lorza ibérica, dispuestos broncearse como tizones de una hoguera.Por otra parte, con el calorcito apetecen más los helados, tanto la copa de terracita como el cucurucho mientras vas paseando o el corte de helado con el café. Sí, ese que se come entre dos galletas, un clásico de campings y chiringuitos.
¿A dónde vamos a parar con todo esto? Pues a la correlación directa entre los cortes de helado y los cuerpos en la playa. Para empezar, aclaramos que hablo de playas nudistas, las más ricas en casuísticas de cuerpos y helados. Las playas tradicionales dan menos juego, lo más llamativo puede ser el guiri-gamba que ha perdido la sensibilidad en la epidermis y sigue tumbado al sol a pesar de parecer el primo sin rabo de la pantera rosa.
Y las casuísticas son:
- Nata: recién llegado a la playa desde Laponia, representante de leche Larsa. Su blanco nuclear integral destaca en medio de la arena, y es difícil mirarlo sin gafas de sol.
- Chocolate: curtido en mil batallas, de los que va a la playa desde Marzo. Y es que lo que pone moreno es el sol, no el calor.
- Fresa: produce dolor con solo mirarlo. Los tonos asalmonados cubren su cuerpo, mientras sigue impertérrito tomando el sol. A menudo es la evolución natural tras la nata
- Chocolate y nata: han ido a playas tradicionales o a solariums a ganarse al pulso el moreno, pero el bañador o biquini ha hecho estragos.
- Fresa y nata: los impertérritos. Se han quemado como gambas en otra playa con el bañador puesto y ahora vienen a que se les caiga la piel a tiras en las pocas zonas sanas que les quedan
- Fresa y chocolate: la combinación más difícil de ver, y en mi opinión la más llamativa. Confiados moreneados, a los que les da pudor darse protección solar sólo en partes pudendas. Y claro, pasa lo que pasa.










