martes, 8 de enero de 2008

Vuelta al trabajo

Pues sí, todo lo bueno (al igual que todo lo malo) se acaba tarde o temprano, y en este caso lo que se han acabado son mis vacaciones, mi santuario de paz y tranquilidad. Parece un mal sueño, pero no lo es. Y no por falta de ídem, sino porque tengo a mi lado una maleta, un portátil y un billete de avión. Mezclamos los ingredientes, agitamos bien y voilá, vuelta a la vida laboral.

Cuando sonó el despertador tuve muchas ganas de quedarme en la cama, con las sábanas pegadas, pero hoy he visto que no habría sido nada original, y menos comparado con este niño que se pegó a la cama para no ir al colegio. Claro que utilizó el método del pegamento industrial, con lo cual no fue al colegio, pero tuvieron que venir los bomberos a sacarlo de la cama. Difícil de creer, pero la noticia está ahí.

Otra cosa que he notado al volver es hambre, mucha hambre. Se nota que tengo el estómago dilatado de comidas pantagruélicas y los menús habituales no me sacian. Estoy por echarme novia y comérmela como hizo el bueno de Chris. Y no a besos precisamente.

Otra cosa que noto es el cansancio después de tanto coche. Además esto de viajar por la noche tiene la gran ventaja de que tienes la carretera casi para ti sólo, pero tiene el inconveniente de que se ven las cafradas más grandes que se pueden ver: coches sin luces en medio de la niebla, otros cambiando de carril de forma aleatoria y compulsiva a tu paso. Claro que nada comparado con las que ha publicado hoy la DGT. El vídeo pone los pelos de punta.

1 comentario:

Diancecht dijo...

Y nuestros mejores deseos